10 ene 2013

Orozco, una voz con sentimiento

En el concierto, que Antonio Orozco ofreció este sábado 15 de diciembre en FIBES hubo una simbiosis impresionante entre el público y el artista. Un concierto emotivo con una instrumentalización que hizo que el auditorio vibrara recordando los 10 años de éxito del cantante catalán.



Tras la actuación del grupo telonero Puerta Diez, que se despidieron muy agradecidos por poder compartir el escenario con el protagonista de la noche, apareció Antonio Orozco, o, mejor dicho, sus palabras. Con las luces apagadas, como si estuviéramos durmiendo, solo se escuchaba la voz de fondo del cantante. El auditorio se quedó en silencio, querían oír esas primera palabras del artista catalán, que solo serían el principio de un concierto lleno de sentimientos y recuerdos.

Sin ti abrió la noche y con Que me queda llegó la apoteosis. Eran las 21:30h y ya FIBES empezó a ponerse en pie, no había manera de que el público se sentara. Orozco no dejaba de interactuar con su público, entre charlas y chistes. Comenzaba uno de los momentos más intensos del concierto. Comenzaba el show. Permanecer sentados en las sillas era imposible durante esta actuación, la más emotiva de su carrera.
Con Pasó, llegó el momento de una charla íntima, donde Antonio Orozco abrió su corazón para decir que es más bonito escuchar un te quiero que imaginarlo, y, entonces, alguien le gritó “te quiero” y él devolvió el gesto regalando la canción Ya lo sabes. A partir de aquí, comenzó la parte más romántica del concierto, con temas como Un pedacito de ti, cantada a coro con el público, o Es mi soledad, con la que se llegó a otro de los puntos álgidos de la noche: bajó del escenario y cantó, como si fuera de oído a oído, susurrando.
Tras este momento íntimo, continuó con El Viaje y, después de admitir que estaba muy contento de haberse dado cuenta de ser una persona imperfecta, puso en el escenario su Siempre Imperfectos.

Sin dejar de animar con expresiones como “¡Vamos Sevilla! ¿Cómo estamos? ¡Todos conmigo!” Antonio Orozco no paraba encima del escenario. Con Quiero ser puso a la sala de pie. Arte fue también el que desprendió cuando se quitó la torera que llevaba puesta y se puso a hacer varios pases de muleta. Incitaba a la gente a seguir dando botes y disfrutando. Un Orozco que quiso compartir risas y confidencias con un público entregado desde el minuto uno.

Este concierto en FIBES fue el más instrumental que se ha podido escuchar del artista en esta gira. Entrando en la recta final, se pudo sentir al Orozco más romántico y sensible de estos último diez años. Con Devuélveme la vida, con el violín y el chelo como únicos protagonistas, se vivió en el Auditorio el momento más esperado de la noche. Toda la sala se puso de pie con los brazos levantados. La única iluminación existente, el de móviles intentando capturar ese instante inigualable que se vivió con esa canción.

Tras una breve parada, llegó la recta final. Y es que, después de más de dos horas, tocaba cerrar el espectáculo. Sólo con el piano cantó No hay más y Pido perdón y dedicó, antes de marcharse, Te esperaré. Pero el público quería más, de pie toda la sala coreaba “otra, otra”, “no te marches todavía”. Así que el cantante catalán regresó. Con su micro y una simple guitarra se lanzó con una última batería de canciones, entre ellas Dime por qué, Gracias, e Irremediablamente celos.

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